José Martí y la protección de la naturaleza

  Científicos de diversas latitudes vienen alertando a la humanidad sobre las consecuencias negativas de la tala indiscriminada de los bosques y de otros aspectos relacionados con la contaminación del medio ambiente como son las emanaciones tóxicas de las industrias y de los automóviles. Las dimensiones del problema son tan extraordinarias que la educación no lo puede obviar de ninguna manera, es preciso trabajar porque los niños, desde los inicios mismos de la vida escolar adopten una actitud de cuidado y protección de la naturaleza.

Resumen
  En el presente trabajo se destaca la preocupación de José Martí por la naturaleza y se valoran los distintos momentos de su obra en los que refleja, con valor axiológico, la necesidad de proteger el medio ambiente, de modo especial la preocupación por el cuidado de los árboles y la necesidad de fomentar los bosques. En ese sentido son muy ilustrativas las consideraciones expresadas a propósito del Congreso Forestal celebrado en San Pablo, Estados Unidos en 1883, las que ubican al pensador cubano como un precursor de los esfuerzos por la protección del medio ambiente. En tal sentido se considera que sus concepciones tienen vigencia y pueden ser utilizadas en el contexto educativo para fomentar una actitud responsable ante los problemas medioambientales.

  Introducción
Los problemas relacionados con el medio ambiente constituyen una de las principales preocupaciones de la humanidad en estos inicios del Tercer Milenio. La contaminación de la atmósfera es un problema cada vez más grave y ya se sienten sus consecuencias negativas para la vida. Indudablemente se trata de un problema global sumamente complejo y acuciante.

  Científicos de diversas latitudes, desde mediados del siglo XX, y algunos desde muchos antes, vienen
alertando a la humanidad sobre las consecuencias negativas de la tala indiscriminada de los bosques y de otros aspectos relacionados con la contaminación del medio ambiente como son las emanaciones tóxicas de las industrias y de los automóviles.
  Las dimensiones del problema son tan extraordinarias que la educación no lo puede obviar de ninguna manera, es preciso trabajar porque los niños, desde los inicios mismos de la vida escolar adopten una actitud de cuidado y protección de la naturaleza. Amar los elementos naturales del entorno en el que se desarrolla la vida constituye una premisa indispensable para protegerlos, en este contexto los árboles desempeñan un papel fundamental.

  No sólo es importante admirar un árbol: protegerlo a toda costa es lo fundamental. Ello debe constituir el resultado de entender la importancia del mismo desde muy diversos puntos de vista, incluyendo el estético, por lo que la educación desempeña un papel fundamental en este sentido.

  La obra enciclopédica de José Martí contiene numerosas referencias a la necesidad de proteger a la naturaleza y especialmente a los árboles. Tales referencias aparecen en su quehacer tempranamente y con evidente amor, por lo que constituyen un importante recurso para la educación ambiental.

  En cartas, artículos, poemas, ensayos, y discursos del Maestro aparecen expresadas, de un modo u otro, sus concepciones en defensa del medio ambiente que resultan interesantísimas. También sus consideraciones sobre la agricultura, en muchas ocasiones están directamente relacionadas con la protección de la naturaleza.
El presente trabajo tiene como objetivo destacar precisamente los momentos más importantes de la obra martiana relacionados con la protección de la naturaleza, de manera especial con los árboles, que pueden hacer una contribución significativa al desarrollo de la educación ambiental, para ello se procedió a una revisión de toda la obra de José Martí relacionada con el tema.

 Desarrollo

  La primera carta que se conoce de José Martí está dirigida a Doña Leonor Pérez, su mamá, fechada en Hanábana, hermosa finca matancera el 23 de octubre de 1862, su autor sólo tenía 9 años. En la breve misiva el niño afirma que todas las tardes pasea a caballo, indudablemente, ese contacto inicial con la bella campiña cubana, lo condujo no sólo a admirarla, sino a amarla también. Menciona los dos ríos de la región, crecidos por lluvias recientes. Consideramos que esa estancia en Hanábana es el punto de partida hacia el fervor con el que cuida y defiende la naturaleza a través de su vida.
En plena adultez hace referencias a la naturaleza que demuestran una plena identificación con ella. En el prólogo a su libro “Versos Sencillos” anota: “Me echó el médico al monte. Corrían arroyos. Escribí versos” (1)
  
  El fino poeta arribaría después a manifestar también sus preocupaciones por el ejercicio de la agricultura en distintos países latinoamericanos y por la necesidad de proteger los árboles y de incrementarlos.
Martí alertó sobre el peligro del monocultivo. En su trabajo “Plátanos”, publicado en la revista La América, de Nueva York, en 1883, escribió:
  Y Guatemala debiera ver con miedo este mal hábito de entregarse a un cultivo exclusivo. (2)
Entre los temas relacionados con la agricultura que captaron la atención del Maestro se encuentra la diversidad agrícola. Consideró que para nuestros países latinoamericanos era muy importante el desarrollo de varios cultivos menores para la solución de sus necesidades. A apropósito explica:

 Los cultivos numerosos de diversas ramas agrícolas y sus industrias correspondientes, mantienen en equilibrio a los pueblos dados por desdicha a cultivos mayores exclusivos: café, caña de azúcar, etc. Han venido a ser estos cultivos, con las grandes operaciones bursátiles que se basan en ellos, verdaderos juegos de azar, y como bombas mágicas, que ya son de oro, ya de jabón.
Debiera ser capítulo de nuestro Evangelio agrícola la diversidad y abundancia de los cultivos menores. (3) (Quesos. La América. Nueva York. Junio, 1883. Pág. 188)
Evidentemente todo lo relacionado con los árboles le interesó al Maestro, para quien la protección de la naturaleza era ya un asunto vital.

  En su trabajo “Árboles de quina”, destaca la importancia de esta variedad forestal y hace algunas reflexiones sobre las características y necesidades de esta planta. A propósito expresa:
No hace aún cuatro años sembraron en la India a instancias de un industrioso comisionado del gobierno, árboles de quina que costaron, con cierto escándalo de los timoratos, ciento cincuenta mil libras esterlinas: y hoy, no sólo han pagado aquellos árboles con sus productos, en tantas industrias utilizables, su costo primitivo, sino que se les evalúa, en su estado actual, en un millón de libras.

  La quina quiere tierra cálida, aire encendido, lluvia cuantiosa. (4)
Entre las anotaciones de Martí sobre la agricultura aparece este consejo a los agricultores:
Antes de echar en tierra una semilla, el plantador debe haber meditado de antemano en qué países y en qué cantidades, se consumirá probablemente el fruto del árbol que siembra, para la época en que su árbol fructifique. (4) (Árboles de quina. La América. Nueva York. Octubre 1883. pág. 189.)

 En su artículo “Productos de Venezuela”, José Martí deja expresado un concepto acerca de la Botánica, que resulta muy interesante, en esa obra expone:
Sobresalían el extracto de zarzaparrilla, crema de eucaliptos, y buenas preparaciones botánicas. Se sabe que la Botánica, base de la ciencia médica en todos los pueblos nacientes, y elemento casi único de la sabia Terapéutica china, figura grandemente, y acaso exclusivamente, en el sistema de curación de los indígenas, no desdeñado por cierto, sino muy atendido por los médicos cuerdos. (5) (Productos de Venezuela. La América. Nueva York. Agosto, 1883. 241).

  Los cuidados permanentes a que deben ser sometidos los cultivos, y especialmente el cultivo del tabaco, aparecen en el trabajo titulado “Manual del veguero venezolano” al referir:
Por entre las hojas del libro, parece vérsele encorvado, en la madrugadita fresca, buena a estas labores, sobre la mata recién nacida, sacándole de entre las hojas el mordedor y diminuto cogollero; que donde nace planta, allí nace insecto; y por donde brota flor, ya anda la oruga. (6)
En este propio trabajo se refiere a la importancia del abono:
…no hay tierra, por rica que sea, que no mejore con el abono, ni alma que no se sazone con la vida, ni inteligencia que no crezca con el cultivo y ejercicio, y el tabaco ha de menester, más que planta alguna de abono cuidadoso, sin que lo haya mejor que el de vegetales bien podridos, mezclados con una parte de estiércol de bestias…
  El semillero es el tesoro de la vega, y como a tal se cuida. (6)
Se refiere a la meticulosidad con la que debe enfrentarse la siembra del tabaco. A propósito se expresa en los siguientes términos:
  Para la siembra todo esmero es poco.
  Ha de emprenderse campaña reñida con los voraces insectos; ha de buscarse, en las cuevas que labra al pie de las matas, el grillo mordedor; el cogollero astuto, para lo que hay que abrir las hojas de cada mata; al verde veguero, que no con menor rapidez se come las mejores hojas que los ogros del cuento de Perrault se comían niños. (7) (Manual del veguero venezolano. La América. Nueva York, abril 1884. 252.)
Llama poderosamente la atención el hecho de que a Martí no le es ajeno ningún aspecto relacionado con la producción agrícola de los países latinoamericanos. En su breve artículo “El té de Bogotá” expresa:
Una de las más notables riquezas naturales de América es el té bogotano. (8) (El te de Bogotá. La América. Nueva York. Abril 1884. 411.)

  Entre los trabajos martianos relacionados con la agricultura uno de los más interesantes es el titulado “A aprender en las haciendas”, publicado en la revista “La América”, de Nueva York en 1883. En él critica los sistemas arcaicos de arar, sembrar y recoger:
Nuestras tierras feracísimas, ricas en todo género de cultivos, dan poco fruto y menos de lo que debían por los sistemas rutinarios y añejos de arar, sembrar y recoger que aún privan en nuestros países y por el uso de instrumentos ruines. (9)

 Hace un interesantísimo llamado a la aplicación de la ciencia y la técnica a la agricultura, a llevar a ella la novedad científica que permita el incremento de la producción:
Surge de esto una necesidad inmediata: hay que introducir en nuestras tierras los instrumentos nuevos; hay que enseñar a nuestros agricultores los métodos probados con que en los mismos frutos logran los de otros pueblos resultados pasmosos. Pero ya lo dijimos: aún cuando los instrumentos vayan, no van con ellos las nuevas prácticas agrícolas que los hacen fecundos. (10)
  No escapa a la percepción martiana la necesidad de tener presente la relación entre el árbol y el clima:
Los árboles de un clima no crecen en otro, sino raquíticos, descoloridos, deformes y enfermos. (11)
Señala la responsabilidad de los gobiernos con el fomento de la agricultura en los países latinoamericanos:
…deben enviar los gobiernos a agricultores ya entendidos; y los padres, a los hijos, a quienes quieran hacer beneficio verdadero con enseñarles en el cultivo de la tierra la única fuente absolutamente honrada de riquezas. (12)
  La práctica agrícola en el campo, al pie de los cultivos, es un reclamo del Maestro:
…a estudiar la agricultura nueva en los cultivos prósperos, a vivir durante la época de una a varias cosechas en las haciendas donde se siguen los sistemas recientes, a adquirir en todos sus detalles, sin lo que no es fructífero, el conocimiento personal y directo de las ventajas de los métodos e instrumentos modernos. (13) (A aprender en las haciendas. La América. NY Junio, 1883. 275.)

  Indudablemente en José Martí, desde el punto de vista axiológico, los criterios acerca del ejercicio de la agricultura adquieren una gran trascendencia y están vigentes en la educación cubana:
He ahí la garantía de la paz para todos nuestros pueblos: la posesión agrícola. La agricultura es la única fuente constante, cierta y enteramente pura de riqueza. (14) (La América Grande. Pág. 297)

  La previsión, en el terreno de la agricultura, es un aspecto tenido en cuenta con singular inteligencia por el fundador del Partido Revolucionario Cubano:
En la agricultura, como en todo, preparar bien ahorra tiempo desengaños y riesgos. (15)
Un llamamiento a la educación agraria está presente en el mandato del héroe:
Naturaleza y composición de la tierra y sus cultivos; aplicaciones industriales de los productos de la tierra; elementos naturales y ciencias que obran sobre ellos o pueden contribuir a desarrollarlos: he ahí lo que en forma elemental, en llano lenguaje, y con demostraciones prácticas debiera enseñarse, con gran reducción del programa añejo, que hace a los hombres pedantes, inútiles, en las mismas escuelas primarias. (16)

  Una educación en correspondencia con las necesidades y características de nuestros países, que tenga en su centro la práctica agrícola, es reclamada en las siguientes apreciaciones:
Debe ajustarse un programa nuevo de educación, que empiece en la escuela de primeras letras y acabe en una Universidad brillante, útil, de acuerdo con los tiempos, estado y aspiraciones de los países en que enseña.
Quien abona bien su tierra, trabaja menos, tiene tierra para más tiempo, y gana más. (17)
Sobre la utilización del abono el Maestro advierte:

 En abono, como en todo, la superstición acarrea males. No hay que creer que todo abono que se recomienda es bueno, porque cada puñado de tierra tiene su constitución propia, y acaso lo que conviene a la Martinica, no estaría bien en la Isla de Trinidad.
Puede ir a flor y a fruto lo que hasta ahora ha ido a estancamiento y a miasma.
Al maíz le está muy bien este abono, como a casi todas las plantas que sirven de alimento en nuestra América. Los frijoles aprovechan mucho de este abono; y los chícharos, los garbanzos y las papas, tanto como ellos.

  Hay que estar, sin embargo, en guardia contra un riesgo que puede venir del uso inmoderado o torpe de este abono. (18) (Abono. La sangre es un buen abono. La América. NY Agosto, 1883. 298.)
Esta última apreciación constituye toda una advertencia sobre el peligro de utilizar un abono de una manera incorrecta o indiscriminada, sin el previo análisis científico.

  Un acuciante tema de hoy es la repoblación forestal. Son tan graves los problemas actuales relacionados con la contaminación y el deterioro del medio ambiente que todo hombre sensato, en cualquier lugar del universo, debe preocuparse por la protección de los bosques, por el cuidado y conservación de los árboles como elemento esencial de la naturaleza.

  En el siglo XIX los problemas medioambientales, aunque ya se conocían graves riesgos, no estaban en el centro de la preocupación de los científicos y mucho menos de los gobernantes.
Es admirable cómo Martí desde entonces alerta sobre la necesidad de proteger la naturaleza y especialmente los bosques. 

  La repoblación forestal del valle de México lo llenó de entusiasmo. A propósito escribió:
Repoblar los bosques está siendo para España cuestión vital, que trae preocupados, muchos años hace, a aquellos inteligentes ingenieros forestales que estudiaron a la sombra del recio castillo de Fernando en la alegre Villaviciosa.

  …el Gobierno mexicano ha celebrado un contrato para la plantación de dos millones de árboles en el valle de México. Curioso ítem del documento es este, y muy celebrable: el contratista se ve obligado a traducir cada año, durante cinco consecutivos, una buena obra alemana de arboricultura.
En todos los países la ciencia agronómica ha hecho comprender la gran importancia que tiene la repoblación del arbolado, no sólo urgentísima bajo el punto de vista de la salubridad, puesto que es sabido que modifica las condiciones climatológicas; sino por los beneficios que reporta el capital empleado por los particulares en dicha repoblación.

  Las masas de árboles favorecen las lluvias, dan humedad al aire, evitan que la tomen de las plantas agrícolas y las agosten; sujetan las tierras y las aguas, evitan los hundimientos, los arrastres, las inundaciones y los torrentes; dan frescura al suelo y permiten así que crezcan buenos pastos; forman abrigos en las regiones meridionales para preservar los cereales del viento solano o levante, en el período crítico de la granazón; son, en una palabra, los árboles, además de un elemento de riqueza, los mejores amigos de la agricultura y de la ganadería. (19) (México siembra su valle. La América. NY. Agosto de 1883).

  En sus meditaciones le confiere importancia vital a la protección de los bosques y al incremento de los mismos. Reitero que esta preocupación, planteada en el siglo XIX, constituye todo un vaticinio del grave problema que se enfrenta hoy, en los albores del tercer milenio.

  Le entusiasmó la celebración del Congreso Forestal celebrado en la ciudad norteamericana de San Pablo en 1883. Demostró comprender con profundidad la trascendencia del asunto abordado, lo expresó en los siguientes términos:

  La cuestión vital de que hablamos es esta: la conservación de los bosques donde existen; el mejoramiento de ellos, donde existen mal; su creación, donde no existen. Comarca sin árboles, es pobre. Ciudad sin árboles, es malsana. Terreno sin árboles llama poca lluvia y da frutos violentos.

  Preocupa a los hombres cuerdos congregados en la ciudad de San Pablo, el alarmante decaimiento de la riqueza forestal de los Estados Unidos, que adscriben a la tala brutal y avariciosa de los especuladores. (20) (Congreso Forestal. La América. NY, septiembre, 1883. 302)
  La necesidad de plantar árboles y protegerlos está presente en otros trabajos del Apóstol. En su artículo Inmigración expresa:
  Pero no, no hay contradicciones en la naturaleza. La tierra basta a sustentar todos los hombres que cría. Debiera exigirse a cada hombre, como título a gozar de derechos públicos, que hubiera plantado cierto número de árboles. Lo dicen los árboles, que hablan con el sol, maravillosos sabios: “Escribe un libro: crea un hijo: planta un árbol” (21) (Inmigración. La América. NY. Septiembre 1883. 378).

  La formación de Ingenieros Agrónomos y Agropecuarios, de especialistas en la explotación de la tierra, en el desarrollo de la agricultura, sigue constituyendo una necesidad. Para los jóvenes que se inician en tan hermosa profesión deben constituir un poderoso estímulo las siguientes consideraciones del autor de la Edad de Oro:
  El cultivador necesita conocer la naturaleza, las enfermedades, los caprichos, las travesuras mismas de las plantas para dirigir el cultivo de modo de aprovechar las fuerzas vegetales, y evitar sus extravíos. Necesita enamorarse de su labor y encontrarla como es, más noble que otra alguna, aunque no sea más que porque permite el ejercicio más directo de la mente.

  Y detrás de cada escuela un taller agrícola, a la lluvia y al sol, donde cada estudiante sembrase su árbol. (22) (Trabajo manual en las escuelas. La América. NY. Febrero 1884. 287.)
Tal es su pasión que compara el más fervoroso amor de su vida con un árbol, escribe entonces un bellísimo e intenso poema titulado “Árbol de mi alma". Hay un ritual solemne en torno al precioso árbol, que en la mejor poesía escrita en nuestras letras, queda así:

  De hojas secas, y polvo y derruidas
Ramas lo limpio; bruño con cuidado
Cada hoja, y los tallos; de las flores
Los gusanos y el pétalo comido
Separo; oreo el césped en contorno
Y a recibirte, oh pájaro sin mancha,
Apresto el corazón enajenado!


  Conclusiones

  Los problemas relacionados con el medio ambiente, especialmente la protección del mismo, están presentes en la obra martiana. El Apóstol de la independencia cubana dejó con su obra escrita un importante legado que tiene hoy un valor axiológico indudable y por lo tanto su impronta está presente en la escuela y en la universidad cubana de hoy.
Alertó sobre los problemas que se derivarían de la falta o escasez de árboles y señaló la responsabilidad de los gobiernos en el fomento de los bosques.
  Defensor apasionado de los árboles puede considerársele un precursor de lo que hoy llamamos una posición o un sentimiento ambientalista.
Elogió el Congreso Forestal celebrado en San Pablo, Estados Unidos en 1883, y estimuló con su obra periodística la defensa y protección de los bosques y la siembra de árboles.
Como parte de su concepción ambientalista también se preocupó por el desarrollo de la agricultura en los distintos países, fundamentalmente de América Latina. www.ecoportal.net
  Sr. Recaredo Benito Rodríguez Bosch – Universidad de Las Tunas. Cuba
Bibliografía:
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  • Martí Pérez, José: Plátanos. La América. Nueva York. Junio, 1883. Pág. 180. Obras Completas. Tomo 7. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975.
  • Martí Pérez, José: Quesos. La América. Nueva York. Junio, 1883. Pág. 188. Obras Completas. Tomo 7. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975.
  • Martí Pérez, José: Árboles de quina. La América. Nueva York. Octubre 1883. pág. 189.Obras Completas. Tomo 7. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975.
  • Martí Pérez, José: Productos de Venezuela. La América. Nueva York. Agosto, 1883. 241.Obras Completas. Tomo 7. La Habana. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975
  • Martí Pérez, José: Manual del veguero venezolano. La América. Nueva York, abril 1884. 252. Obras Completas. Tomo 7. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975.
  • Martí Pérez, José: El té de Bogotá. La América. Nueva York. Abril 1884. 411. Obras Completas. Tomo 7. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975.
  • Martí Pérez, José: A aprender en las haciendas. La América. NY Junio, 1883. 275. Obras Completas. Tomo 8. Editorial de ciencias sociales. La habana, 1975.
  • Martí Pérez, José: Abono. La sangre es un buen abono. La América. NY Agosto, 1883. 298. Obras Completas. Tomo 8. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975.
  • Martí Pérez, José: Congreso forestal. La América. NY, septiembre, 1883. 302 Plantación de la vid. La América. Nueva York. Septiembre 1883. Obras Completas. Tomo 8. Editorial de ciencias sociales. La Habana, 1975.
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  • Álvarez de Zayas, C.A. La escuela en la vida. La Habana. ENPES (MES), 1992.
  • Álvarez de Zayas, C.A. Epistemología. Colección Educación y Desarrollo, 1994.
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  • De la Torre Tabares, Dra. Angeles: La fisiología vegetal en la obra de José Martí. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1995.
  • Torres, E y S. Torres: Fisiología Vegetal. Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de la Habana, 1995.
Citas:
1. Versos Sencillos. Pág. 25.
2. Tomo 7. Pág.180.
3. Tomo 7. Pág.191
4. Tomo 7. Pág.234
5. Tomo 7. Pág.285
6. Tomo 7. Pág.321
7. Tomo 7. Pág.345
8. Tomo 7. Pág.387
9. Tomo 7. Pág.394
10. Tomo 8. Pág.146
11. Tomo 8. pág.159
12. Tomo 8. Pág.165
13. Tomo 8. Pág.202
14. Tomo 8. Pág.236
15. Tomo 8. Pág.276
16. Tomo 8. Pág.298
17. Tomo 8. Pág.309
18. Tomo 8. Pág.342
19. Tomo 8. Pág.354
20. Tomo 8. Pág.387
21. Tomo 8. Pág.396.
22. Tomo 8. Pág.407